Más de mil millones de seres humanos en el mundo pasan hambre y muchos mueren de desnutrición mientras se gastan miles de millones de dólares en guerras
Por Edda Diz Garcés
eddafediz@gmail.com
Un foro de BBC mundo hace poco preguntaba: ¿Hay voluntad política para acabar con el hambre? La respuesta es un dato simple pero dramático, doloroso: el hambre y la malnutrición matan en el mundo a seis millones de niños al año, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y la gran mayoría de ellos mueren a causa de enfermedades curables, como la diarrea, la neumonía, la malaria y el sarampión. Esas muertes,indudablemene, se evitarían o disminuirían si los cuerpos de los niños no estuvieran debilitados por el hambre y la malnutrición.
¿Voluntad política? Si ni siquiera los países más desarrollados entregan el 0,7 de su PIB comprometido, y se habla mucho de derechos humanos pero se destinan miles de millones de dólares a guerras que matan a civiles inocentes, incluidos niños, como en Iraq, mientras se niega el elemental derecho a la vida por falta de recursos para alimentarse o curarse a millones de seres en el planeta.
Cuba es un ejemplo de lo que se puede hacer cuando hay voluntad política para resolver estos males: mortalidad infantil por debajo de 6 por mil nacidos vivos, un índice al nivel de muchos países desarrollados, e incluso más bajo que las cifras de algunos del primer mundo, a pesar de que la Isla sufre un criminal bloqueo económico y financiero durante más de 45 años por parte de Estados Unidos. Eso sí es voluntad política en función del pueblo y la justicia social plena.